Por Amparo León Cascón
Miembro del Comite Español de Historiadores del Arte
Exclusivo para ANALISIS
Miembro del Comite Español de Historiadores del Arte
Exclusivo para ANALISIS
Para
aquellos que no conozcan la obra de Natalia Conde, diremos que, como
respuesta a una necesidad creativa, esta artista dominicana ha estado
investigando en un lenguaje que la identifique hace ya varios años,
dando como resultado de tal búsqueda una obra de gran personalidad. Una
obra que no solo se plasma mediante la técnica pictórica sino también la
escultórica, siempre con gran plasticidad e inquietud técnica.

La
magia, unida a ese don especial del que crea, se desborda en las
imágenes de esta pintura, que la convierte en verdadera expresión del
espíritu.
Pero
los cuadros de Natalia Conde comunican. Comunican precisamente por esa
concreta relación entre su signa y el objeto que lo ha inspirado. Y como
sostiene LEVI-ESTRAUS en "Entretiens, Le em et le Cmit, Obertura"
(Versión española: Lo crudo y lo cocido, EC.E., 1968) "Si esta relación
de iconicidad no existiera, ya no estaríamos ante una obra de arte sino
ante un hecho de orden lingüístico, arbitrario y convencional; y si, por
otra parte, el arte fuese una imitación total del objeto, ya no tendría
mas el carácter de signo".
Si
queda en el arte una relación sensible entre signos y objetos es porque
su iconicidad le permite adquirir valor semántico; y si, por otra
parte, tiene valor de signo, es porque, de un modo u otro, presenta los
mismos tipos de articulación que el lenguaje verbal.
La
magia, unida a ese don especial del que crea, se des borda en las
imágenes de esta pintura, que la convierte en verdadera expresión del
espíritu.
Cuando
Dionis hace su análisis de la estética parece que se refiera a esta
artista: “indagación de la naturaleza de la perfección sensorial, la
experiencia de la belleza ... El arte tiene un tema, unas . . emociones,
unas pasiones y unos sentimientos”.
Cualquier
acontecimiento visual es una forma con contenido, pero el contenido
esta intensamente influido por lo significante de las partes
constituyentes, como el color, el tono, la textura, la dimensión, la
proporción y sus relaciones compositivas con el significado. En este
sentido, Natalia consigue la armonía de las formas a través del
equilibrio compositivo, la unidad, la profusión de cuerpos y matices de
color, la sutileza, la coherencia ... La textura juega con nuestro
sentido táctil, alternando lo terso del óleo y el agua, lo rugoso de la
espátula en figuraciones humanas que adquieren casi proporciones
naturales, lo cual nos embebe más ADN, nos hace sentimos dentro de la
obra, convertida en parte integrante de nosotros o convertimos en un
componente más de la misma. Pero lo que sin duda alguna sobresale en las
obras de Natalia es el color, ese color cargado de mil matices, que
hace y deshace, compone y desfigura. Ese color ora cálido para los seres
humanos, ora frío para una naturaleza presente. El color que pregona la
presencia de la luz, otorgándole una profundidad de campo que nos hace
reflexionar sobre lo que otra realidad ajena, no material.
Lo
que uno ve es una parte fundamental de lo que uno sabe. "Y que es lo
que sabemos de nuestra sensibilidad, de nuestra África, de nosotros
mismos? Quizás para descubrirlo, para "descubrirnos" necesitemos el
arte, a pintura. Esta pintura por la que se desvive su autora, con la
que logra desde su particularidad la generalidad del sentimiento humano,
haciendo que cada una de las personas que contemplamos su obra formemos
parte del proceso comunicativo.
Y
es que Natalia Conde se nos muestra tal como es, con todas sus
emociones, sus sueños, con todo lo que tiene que decirnos sin hablarnos.
Solo necesita para ello de su pincel, su espátula, sus lienzos y, por
supuesto, de su paleta. Disfrutemos de ello en toda su esencia, en toda
su particularidad y en toda su generalidad.
“Natalia
consigue la armonía de las formas a través del equilibrio compositivo,
la unidad, la profusión de cuerpos y matices de color, la sutileza, la
coherencia ... La textura juega con nuestro sentido táctil, alternando
lo terso del óleo y el agua, lo rugoso de la espátula en figuraciones
humanas que adquieren casi proporciones naturales”.
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Publicado por: ANALISIS, revista de la cultura dominicana. Año 22 No. 135. Mayo 1999.
ISSN: 1027-9717
Págs. # 46-48. Santo Domingo.